Océanos al límite
Soluciones de futuro.
© naturepl.com / Tony Wu / WWF
La Tierra es como una brillante canica azul vista desde el espacio, debido a que dos terceras partes de su superficie están cubiertas por agua. Pero solo conocemos una pequeña parte de nuestros océanos y, si no los conocemos, no los podremos conservar.
EL GRAN AZUL, EL GRAN DESCONOCIDO
El océano es un enigmático laboratorio evolutivo, refugio de especies y reserva de recursos naturales, casi sin explorar. Conocemos mejor la superficie de Marte que las profundidades del océano.
El océano es el mayor ecosistema conocido, el lugar donde nació la vida hace 4000 millones de años y se estima que podría albergar hasta el 80 % de la toda la biodiversidad del planeta. Juega un papel fundamental en el mantenimiento de los ciclos del agua, del clima y de algunos elementos como el carbono o el nitrógeno, suministra más de la mitad del oxígeno que respiramos y provee de alimentos y medio de vida a miles de millones de personas. Es el mayor sumidero del CO2 que emitimos a la atmósfera y conservarlo es luchar contra la emergencia climática, la mayor amenaza para la vida en La Tierra y la pérdida de biodiversidad.
Pero a pesar de su inmensidad, son frágiles y vulnerables.
UN MAR DE PROBLEMAS
Sus principales amenazas son la sobrepesca, la contaminación por vertidos, redes y plásticos, la destrucción de los hábitats marinos, la alteración del ecosistema por la llegada de especies invasoras transportadas por el tráfico marítimo internacional y como consecuencia del cambio climático, la destrucción y alteración de la línea de costa por el crecimiento núcleos de población y la ampliación o construcción de puertos.
El Mediterráneo, un mar casi cerrado y muy frágil, es el mar que más rápido se calienta del mundo y donde quedan muy pocas playas vírgenes, sometido además a la presión del turismo sin control, actividad que incluso está poniendo en peligro santuarios de la humanidad como la Antártida.
Cada año tiramos al mar 11 millones de toneladas de basura plástica, entre las que destacan las artes de pesca perdidas, llamadas “redes fantasma”, y en las que se enredan aves, focas, ballenas o marsopas, entre otras muchas especies.
Estos plásticos, debido a la erosión, se convierten en microplásticos (que también llegan a través de los ríos por el lavado de nuestra ropa) y pueden pasar a la cadena trófica y afectar, finalmente, a nuestra salud. Para poner freno a este problema, WWF está trabajando muy duro para que se apruebe un ambicioso Tratado Mundial de Plásticos.
La sobrepesca es considerada como la principal amenaza: pescamos más de lo que deberíamos, afectando de forma no intencionada a otras especies. A pesar de la mejora en aguas europeas, más del 30 % de las pesquerías mundiales están sobreexplotadas. Para ponerle solución, trabajamos en mejorar la política pesquera y está siendo clave fortalecer el diálogo con el sector pesquero.
Todo esto se agrava por el calentamiento global, que incrementa rápida y peligrosamente la temperatura del agua a niveles nunca vistos, provocando el colapso total de los arrecifes de coral, aumentando el nivel del agua y cambiando su salinidad al derretirse los hielos polares, y se están percibiendo cambios en las corrientes marinas que pueden afectar a la climatología de las zonas costeras y a los recursos pesqueros.
Ya hemos superado el límite de 1,5 °C de aumento de temperatura media global acordado en el Acuerdo de París, por tanto es urgente que impulsemos la transición energética en favor de las energías renovables de forma sensata para no acrecentar la pérdida de biodiversidad.
SOLUCIONES DE FUTURO
Hemos impulsado la puesta en marcha de reservas marinas de interés pesquero en distintos puntos del país, en colaboración con las administraciones y los sectores pesquero y científico, y hemos promovido la creación de comités de cogestión pesquera que favorecen la mejora de las pesquerías y la participación, que se están empezando a implantar en diferentes regiones del Mediterráneo y otras zonas del planeta. Un buen ejemplo de éxito es la pesquería gamba roja en Palamós, con avances significativos en su impacto sobre el fondo marino y mejora de su población.
"Trabajamos tanto en la protección del medio marino como en la gestión sostenible de los recursos pesqueros."
José Luis G. Varas, Responsable de Océanos de WWF España
Otro ejemplo de recuperación exitosa de una pesquería es la del atún rojo, por la que WWF España estuvo trabajando en la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), que estuvo al borde de la extinción comercial a principios de siglo y cuya población se encuentra en buen estado.
También estamos mejorando las pesquerías de túnidos tropicales y las del pez espada en el Mediterráneo, tratamos de poner freno al declive de rayas y tiburones y hemos logrado avances en la protección de la tintorera y el marrajo dientuso.
Por otra parte, hemos apoyado la creación de la Red Iberoamericana de Pesca Artesanal, que nace como altavoz de la pesca artesanal en foros internacionales y para abordar los numerosos retos que tiene el sector.
WWF, PIONERA EN PROTECCIÓN MARINA
A finales de los años ‘80 impulsamos la protección de la Antártida y en la actualidad hemos logrado que Naciones Unidas apruebe el Tratado de Alta Mar para proteger las aguas internacionales más valiosas. Gracias a nuestra red internacional, en los cinco últimos años se han creado 143 nuevas Áreas Marinas Protegidas (AMP), una superficie como 12,5 veces la península ibérica, y nuestro objetivo global es lograr que el 30 % de la superficie marina del planeta esté protegida para 2030.
A nivel nacional, nuestra propuesta para crear una red de AMP fue el germen que nos permitió alcanzar el actual 21 % de la superficie marina protegida, gracias también a la participación de distintas administraciones y equipos multidisciplinares expertos. Ahora estamos pidiendo la declaración del primer Parque Nacional 100 % marino en el Mar de las Calmas (El Hierro) y completar la red hasta alcanzar un 30 % de la superficie antes de 2030 con una parte altamente protegida.
En cuanto a las especies, una de nuestras grandes luchas fue la protección de las ballenas, que se han recuperado parcialmente de la presión a la que estaban sometidas en el siglo pasado y que ahora sufren el creciente ruido de sónares o motores, colisiones con barcos y la contaminación tóxica y de plásticos.
En nuestras aguas, estamos trabajando con la anguila, especie migratoria en declive cuyos alevines, las angulas, son víctimas del tráfico ilegal de especies. Por otra parte, tenemos en marcha un plan de acción para tiburones y rayas en el Mediterráneo, y en aguas canarias estamos identificando refugios climáticos claves para mantener la biodiversidad.
Todo este trabajo y mucho más es posible gracias a personas comprometidas como tú, que nos apoyáis día a día.