LA RULETA RUSA CLIMÁTICA

© Brais Lorenzo

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La reciente dana que ha azotado Valencia nos ha dejado imágenes desoladoras de calles anegadas, viviendas destruidas y, lamentablemente, muchas vidas truncadas.

Este fenómeno meteorológico extremo, que se caracteriza por lluvias torrenciales en cortos periodos de tiempo, no es un hecho aislado. En realidad, es parte de un patrón cada vez más frecuente y alarmante: la intensificación de los eventos extremos debido al cambio climático.

Las danas han sido siempre un fenómeno natural en la cuenca mediterránea, pero su frecuencia e intensidad están aumentando tal como la ciencia climática lleva años advirtiéndonos: las temperaturas más altas calientan las aguas del Mediterráneo, proporcionando una mayor cantidad de energía y humedad a la atmósfera. El resultado es un cóctel explosivo que se traduce en lluvias torrenciales que desbordan los sistemas de drenaje y devastan cultivos, pueblos y ciudades.

A esto se suma un factor que amplifica el desastre: la ocupación irresponsable de zonas inundables. A lo largo de las últimas décadas y aún hoy, desde WWF hemos denunciado muchas veces la construcción masiva en espacios que, históricamente, actuaban como zonas de amortiguación natural frente a las inundaciones. Marjales, ríos y llanuras de inundación y albuferas como la de Valencia han sido urbanizados y ocupados para la agricultura sin contemplar las consecuencias a largo plazo y reduciendo la capacidad del territorio para absorber y gestionar episodios extremos.

El riesgo es enorme, porque en España alrededor de 2,7 millones de personas viven en zonas inundables, principalmente en las cuencas de los ríos Ebro, Júcar y Duero y, de ellas, cerca de medio millón habitan en áreas con probabilidad de inundarse al menos una vez cada diez años. Hoy miles de construcciones y viviendas se encuentran en zonas inundables debido a planes urbanísticos obsoletos que no se ajustan a las leyes actuales.

Resulta especialmente alarmante el auge del negacionismo climático.

En este contexto, resulta especialmente alarmante el auge del negacionismo climático y los ataques a la ciencia vividos con motivo de la dana de Valencia, minimizando o directamente negando la relación con el cambio climático. Estas posiciones irresponsables no solo desinforman, sino que también paralizan la acción política y social cuando la unidad de acción es más urgente y necesaria, como también hemos visto a escala global en noviembre en la COP29 en Azerbaiyán.

España, situada en uno de los epicentros del cambio climático y golpeada cada año por olas de calor asfixiantes, sequías, incendios e inundaciones, no puede seguir jugando a la ruleta rusa con estas realidades. Es urgente adoptar medidas integrales para adaptar nuestra economía y nuestro territorio, frenar la ocupación de zonas inundables, restaurar los ecosistemas críticos y fortalecer las infraestructuras frente a inundaciones al tiempo que abandonamos con urgencia los combustibles fósiles.

La tragedia de esta dana no debe quedar solo como un recuerdo doloroso, otro más. Debe ser una llamada a la acción para reafirmar como sociedad avanzada el respeto a la ciencia y para unirnos frente al negacionismo y la desinformación, al tiempo que abogamos por una educación climática que prepare y forme a las futuras generaciones. La ciencia es clara y sabemos de sobra lo que debemos hacer, pero, ¿tendremos la determinación y valentía necesarias para actuar antes de que sea demasiado tarde y antes de que otra tormenta nos inunde en un nuevo baño de realidad?

Con tu ayuda no dejaremos de trabajar para lograrlo.