Nuestro planeta,
entre la alarma y la esperanza

© Steven Kazlowski / naturepl.com

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La forma en que producimos alimentos y explotamos los recursos naturales está convirtiendo a nuestro único hogar en un escenario de cruentas batallas donde los mayores perdedores están siendo la biodiversidad y la humanidad. Nos estamos acercando a peligrosos límites donde quizá no haya marcha atrás.

NOS ACERCAMOS A PUNTOS DE INFLEXIÓN CRÍTICOS

Nuestro Informe Planeta Vivo 2024 muestra que la naturaleza está desapareciendo a un ritmo alarmante y que, en el último medio siglo, ha sufrido una disminución catastrófica del 73 % en el tamaño promedio de las 35 000 tendencias poblacionales de casi 6000 vertebrados estudiados. Es el claro síntoma de un sistema enfermo.

Hoy la principal amenaza global en la Tierra es la degradación y pérdida de hábitats debida, sobre todo, a la forma insostenible en que producimos alimentos. Le siguen la sobreexplotación de recursos, las especies exóticas invasoras y enfermedades asociadas, el cambio climático y la contaminación del aire que respiramos, de la tierra que pisamos y cultivamos, y del agua que bebemos, donde viven muchos de los pescados y mariscos que consumimos.

No solo estamos destruyendo nuestro entorno, sino que de forma inconsciente estamos atacando e hipotecando nuestra salud.

PARA EMPEZAR, QUÉ ES UN PUNTO DE INFLEXIÓN

Este rosario de amenazas se traduce en una cada vez más intensa degradación y destrucción de la naturaleza con claras señales de alarma. Algunos cambios son pequeños y graduales, pero sus impactos acumulativos pueden desencadenar un cambio mayor y más rápido que, si alcanza un cierto umbral y la alteración se autoperpetúa, genera cambios sustanciales, a menudo abruptos e irreversibles. Es lo que llamamos punto de inflexión.

De esta forma, por separado o combinadas, las presiones de degradación del hábitat, el cambio en el uso de la tierra, la sobreexplotación de recursos o el cambio climático están llevando al sistema más allá de un umbral crítico. La acción humana está alterando el equilibrio natural que permite la vida que conocemos y, si mantenemos las tendencias actuales, es muy probable que se produzcan varios puntos de inflexión en la naturaleza, con consecuencias potencialmente catastróficas.

Por todo el planeta la ciencia encuentra evidencias de que estamos muy cerca de seis puntos de inflexión global: extinción funcional de la Amazonía, muerte masiva de los arrecifes de coral, colapso del giro subpolar, circulación del vuelco meridional del Atlántico Norte, deshielo a gran escala del permafrost y la fusión de las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental.

Todos ellos suponen graves amenazas para la humanidad y la mayoría de las especies, dañarían los sistemas de soporte vital de la Tierra y desestabilizarían las sociedades en todo el mundo.

Figura adaptada de Lentont et al. 2023
Los seis sistemas más próximos a los puntos de inflexión se identifican en la figura de la A a la F, por orden cronológico de su probabilidad de aparición.

EXTINCIÓN FUNCIONAL DE LA AMAZONÍA

En la biosfera hay alertas máximas como la extinción de la selva amazónica que podría acelerar el calentamiento global. El mayor pulmón verde del planeta es el hogar y refugio de más de una décima parte de la biodiversidad terrestre conocida y ofrece hogar y sustento a más de 47 millones de personas. Además, es un enorme aliado en la lucha contra la crisis climática que almacena entre 250 y 300 mil millones de toneladas de carbono. Pero la deforestación, los incendios forestales y el cambio climático están reduciendo las lluvias y ya hay amplias regiones amazónicas que están sufriendo una pertinaz sequía. De seguir así, las condiciones podrían no ser aptas para mantener un bosque tropical y, llegado a ese extremo, la Amazonía dejaría de ser un sumidero de carbono y se convertiría en una potente fuente de emisiones, alteraría los patrones climáticos en todo el planeta y haría definitivamente inalcanzable el objetivo de 1,5 °C del Acuerdo de París.

© Richard Carey / Adobe Stock
Deforestación en la Amazonía.
© Ola Jennersten / WWF-Sweden
Hembra de ocelote.

MUERTE MASIVA DE ARRECIFES DE CORAL

Otro terrible aviso es la extinción de los arrecifes de coral debida a las olas de calor oceánicas impulsadas por el cambio climático, que causan el blanqueamiento coralino a gran escala por estrés y la expulsión de las algas que proporcionan al coral su característico color, con la consecuente muerte de los arrecifes. Su pérdida tendría gravísimas consecuencias en la merma de biodiversidad marina, para la pesca y para los 330 millones de personas que dependen de los arrecifes como fuente de alimentos, medio de vida y protección contra los oleajes de tormentas, cada vez más frecuentes e intensas. Y no es un supuesto futurible, como demuestra que la Gran Barrera de Coral australiana ya ha sufrido siete episodios de blanqueamiento masivo y muchas zonas milenarias son ya irrecuperables.

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EL IPCC HA PRONOSTICADO QUE ENTRE EL 70 % Y EL 90 % DE LOS ARRECIFES DE CORAL DESAPARECERÁN INCLUSO LIMITANDO A 1,5 °C EL CALENTAMIENTO MUNDIAL.

COLAPSO DEL GIRO SUBPOLAR

Punto de inflexión global con consecuencias inimaginables en costas, mares y océanos de todo el planeta. El colapso del giro subpolar del Atlántico Norte, una corriente circular al sur de Groenlandia, está vinculado a la circulación de vuelco meridional del Atlántico, que podría llegar a alterar drásticamente los patrones meteorológicos en vastas regiones del planeta, como Europa y Norteamérica, así como modificar las corrientes de nutrientes que sostienen a importantes pesquerías.

© WWF-US/ Elisabeth Kruger
Costas de Groenlandia.

DESHIELO A GRAN ESCALA DEL PERMAFROST Y EL MANTO MARINO

Algo que ya está empezando a suceder en la criosfera, en las zonas heladas y polares del planeta. Por un lado, un deshielo a gran escala del permafrost provocaría enormes emisiones de dióxido de carbono y metano, al tiempo que la fusión de los mantos de hielo marino de la Antártida Occidental y del Ártico, como en Groenlandia, desencadenaría una subida del nivel del mar de muchos metros con terribles consecuencias. Aumentaría el riesgo de inundaciones en costas muy pobladas como las de Bangladés o las del Mediterráneo, e incluso, podría hacer desaparecer algunos pequeños países isla, como Kiribati, Maldivas, Seychelles, Tuvalu y Vanuatu.

Ahora, el Polo Norte se calienta cuatro veces más que el resto del planeta y mucho más rápido de lo que se pensaba; tanto que, según un reciente artículo publicado en Nature Comunications, en 2027 el Ártico podría experimentar su primer verano sin hielo marino que, según el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, este verano se redujo a una extensión mínima de 4,28 millones de km2, unos 1,94 millones menos que a finales del verano de 1981. Además, este otoño se registró un espesor medio de 1,3 metros, frente a los 2,7 m existentes de media en 1980. Gran parte del hielo marino ártico existente es hielo joven de primer año, que tiene menos capacidad para resistir en los meses cálidos y se derrite más fácilmente.

© Chris Linder / WWF-US
El deshielo del permafrost, además de las emiones de carbono, libera microorganismos peligrosos y desplaza poblaciones enteras.

Esquimales y osos polares, en riesgo

Un hielo delgado es frágil y amenaza la forma de vida de las comunidades esquimales, los desplazamientos en trineo con perros y la supervivencia de muchas poblaciones de osos polares. Además de perder buena parte de su hogar y que sus parideras (cuevas excavadas en el hielo) serán más frágiles, los plantígrados tendrán que nadar más y gastar más energía para cazar las focas con las que alimentar a sus crías. Si no ponemos freno, dos tercios de los osos polares podrían desaparecer antes de 2050.

Por si fuera poco, cuando el hielo marino desaparece, miles de morsas y osos polares se ven obligados a buscar alimento en tierra firme y se acercan a las aldeas, lo que aumenta el riesgo de encuentros y conflictos con las personas.

 

Menos hielo, más fenómenos climáticos extremos

Finalmente, tanto en el Ártico como en la Antártida, la pérdida de hielo provoca más pérdida de hielo en un ciclo que se retroalimenta: mientras que el brillante manto de hielo marino refleja la mayor parte de la energía solar hacia el espacio, la oscura agua oceánica absorbe el 90 % de esta energía, por lo que cuanto mayor es esta superficie, mayor será la temperatura del agua, lo que aumenta el deshielo. Este calentamiento se conoce como “retroalimentación del albedo del hielo”. Como consecuencia de ello, se intensifican los efectos del calentamiento global, provocando una mayor pérdida de especies, millones de desplazados climáticos, aumento en la frecuencia e intensidad de huracanes, inundaciones, sequías pertinaces y devastadores incendios forestales.

© Shutterstock / FloridaStock / WWF
Oso polar.

QUÉ HA PASADO EN 2024

Este año se registraron el día más caluroso del planeta y las mayores temperaturas en el Mediterráneo, que empieza a comportarse como un mar tropical más propio del Caribe.

Consecuencia de esto último, el 29 de octubre pasado una dana junto con una temperatura inusualmente alta del mar Mediterráneo provocaron lluvias torrenciales y causaron las mayores inundaciones que se recuerdan en la Comunidad Valenciana y en Castilla-La Mancha, con más de 230 fallecidos y un impacto paisajístico y económico sin precedentes.

Acelerar la transición energética y eliminar la quema de combustibles fósiles es más urgente que nunca, y es imprescindible adaptarnos a esta nueva e incierta realidad.

Aún hay tiempo para situarnos en la senda sostenible y evitar los puntos de inflexión globales. Los próximos años serán cruciales, sabemos cómo hacerlo y, con tu ayuda, en WWF no descansaremos hasta conseguirlo.

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EN WWF NOS SOLIDARIZAMOS CON TODAS LAS VÍCTIMAS Y LAS PERSONAS AFECTADAS POR ESTA TERRIBLE TRAGEDIA.

COP29: UNA DECEPCIÓN PELIGROSA

La reciente Cumbre del Clima celebrada en Azerbaiyán, un país presidido por un anfitrión que afirmó que el petróleo es "un regalo de Dios”, no era una COP más. Las voces del planeta nos están enviando múltiples avisos.

Según Copernicus de la Unión Europea, 2024 ha sido el año más cálido desde que hay registros, superando por primera vez el 1,5 °C respecto a la época preindustrial, línea roja marcada por el Acuerdo de París y las recomendaciones del Grupo de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), compuesto por 195 países.

Además, este año también se registraron el día más caluroso del planeta y las mayores temperaturas en el Mediterráneo, que empieza a comportarse como un mar tropical más propio del Caribe. Consecuencia, aparecen mangas marinas y se intensifican los fenómenos meteorológicos, cada vez más frecuentes y violentos.

A pesar de todas estas señales de alarma, el cambio climático avanza más rápido que la acción de los líderes mundiales, tal y como demuestra el decepcionante resultado de la COP29 del Clima en Bakú (Azerbaiyán).

Necesitamos más ambición climática y muchos países la pidieron, pero finalmente no se abordó el calendario para abandonar el uso de combustibles fósiles y los compromisos de financiación fueron muy escasos. Los países ricos y más responsables de las emisiones se han comprometido a aportar 300 000 millones de dólares anuales a un fondo de ayuda, cantidad del todo insuficiente para que los países en desarrollo del Sur Global se adapten a la nueva realidad climática y realicen su transición energética verde y justa.