Senda 1,5°
Compatible con la Naturaleza.
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Acabamos de vivir el año más caluroso de la historia desde que se tienen registros y sabemos que, a día de hoy, la crisis climática es la segunda causa de pérdida de biodiversidad y se convertirá en la primera si sobrepasamos los 1,5 °C.
La ciencia es clara: la única forma de evitarlo es el abandono de los combustibles fósiles.
El camino para sustituir estos combustibles por energías renovables debe realizarse minimizando al máximo su impacto sobre la biodiversidad y las personas, tanto en tierra como en mar, a través de una planificación territorial, garantizando la participación social y con evaluaciones ambientales que tengan un enfoque respetuoso con los ecosistemas. En España existen soluciones para lograr este objetivo y podemos conseguir que toda nuestra energía provenga de fuentes renovables en 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2040.
El ahorro y la eficiencia energética suponen el primer paso para avanzar en la reducción de gases de efecto invernadero, lo que redunda en un menor impacto en la biodiversidad, ya que, a mayor reducción y eficiencia, menor necesidad energética. Medidas como incrementar la tasa anual de rehabilitación de edificios, acelerar las medidas de cambio modal y de electrificación, perseguir un modelo de generación y consumo distribuido y de cercanía, y fomentar los cambios necesarios en los hábitos de consumo, pueden ayudarnos en este objetivo.
Además, democratizar la energía a través del autoconsumo y promover las comunidades energéticas locales favorecería la eficiencia energética y reduciría el impacto en zonas rurales, ya que requiere de menos instalaciones de renovables en todo el territorio. Todo ello es posible si se fomenta esta nueva concepción de la energía y se eliminan las actuales barreras técnicas, administrativas, económicas y sociales.
En la actual década, más de la mitad de nuestros parques eólicos superarán los 20 años de vida, por lo que supondría un gran avance aplicar medidas y objetivos concretos para aprovechar su potencial y mejorar su vida útil antes de construir nuevas instalaciones, con el coste e impacto que esto supone para los ecosistemas.
Otra solución pasa por mejorar el almacenamiento energético, la gestión de la demanda, la innovación y diversidad tecnológica, así como la cooperación para el intercambio de energía con otros países.
Por último, para afrontar de forma sostenible el reto de los minerales críticos, podemos adoptar un sistema de economía circular que reduzca la demanda de recursos primarios y establecer criterios mínimos que mejoren la gestión de materiales durante todo su ciclo de vida, incluyendo su reciclaje.
Para todo ello, es imprescindible el compromiso por parte del sector energético, que con distintas acciones puede resultar un gran aliado para compatibilizar el desarrollo de energías renovables con la protección y conservación de la naturaleza.