La sequía se agudiza en la Península
© Jorge Sierra / WWF España
Cataluña y Andalucía están en una situación límite por la sequía y la falta de agua en sus reservas. Pese a sufrir sequías periódicas, durante décadas no nos hemos preocupado de nuestra seguridad hídrica y ahora la crisis climática pone al descubierto las debilidades de una gestión del agua a espaldas de esta realidad, basada en aumentar la oferta de este recurso natural.
Si no cambiamos la forma en la que usamos el agua, nos enfrentaremos a un futuro mucho más incierto y con mayores dificultades para garantizar los recursos con los que abastecer a la agricultura y la ganadería, y que amenazará el suministro adecuado de agua de calidad a núcleos de población e industrias. Tampoco conseguiremos el mantenimiento de ecosistemas sanos y funcionales frente a los impactos del cambio climático, ni podremos detener la pérdida de biodiversidad que ya estamos padeciendo.
Los efectos del cambio climático agravan las consecuencias de nuestro elevado consumo de agua, en particular para el riego de cultivos industrializados, lo que cronifica el estrés hídrico que padecemos en muchas zonas de la península Ibérica.
Frente a la sequía, de nada sirven nuevas infraestructuras o trasvases mientras se mantiene una alta demanda de agua que alimenta la burbuja del regadío y no pone fin al robo del agua ni a la sobreexplotación.
No podemos esperar a que las lluvias solucionen nuestros problemas de mala gestión del agua, debemos reducir el consumo excesivo, eliminar el robo del agua y adaptarnos a la incertidumbre del cambio climático.