Restaurar la esperanza

© naturepl.com / Maxime Aliaga / WWF

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El planeta y la humanidad se encuentran en “código rojo”, declaraba hace muy poco António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, como respuesta a los devastadores efectos de la pérdida de biodiversidad y del cambio climático que ya experimentamos en todo el mundo.

La realidad es que cada día estamos más cerca de cruzar esa línea invisible que puede llevarnos a un futuro cuatro grados más cálido y, si queremos evitar que las mortales olas de calor, los incendios forestales, las inundaciones o las supertormentas como las que han arrasado Libia este verano se conviertan en algo cotidiano, debemos reaccionar e incorporar a nuestra causa potentes aliados: ninguno tan poderoso como la propia naturaleza y los ecosistemas, con su inmensa capacidad para absorber y almacenar CO2 y aumentar nuestra resiliencia ante los impactos del cambio climático.

Sabemos que para mantener el aumento de la temperatura media anual por debajo de 1,5 °C necesitamos una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero también sabemos que por sí solo esto no será suficiente, porque al mismo tiempo debemos eliminar todo el dióxido de carbono posible de la atmósfera. La buena noticia es que para conseguirlo tenemos la mejor herramienta y la mejor tecnología al alcance de la mano: los ecosistemas y las soluciones basadas en la naturaleza.

Un reciente estudio encargado por WWF sobre el potencial que tendría la restauración de la naturaleza a gran escala en Europa en la mitigación del cambio climático nos muestra que la restauración de hábitats terrestres degradados en toda la UE podría eliminar de la atmósfera hasta 300 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año.

Con mucha diferencia, los bosques son los mayores almacenes terrestres de carbono, pero también otros ecosistemas más desconocidos, como las turberas, pueden almacenar carbono casi infinitamente aunque solo cubren el 0,4 % de la superficie terrestre. También el océano funciona como un inmenso “sumidero azul de carbono” que absorbe una cuarta parte de las emisiones mundiales de CO2 y en sus sedimentos se guarda la mayor reserva de carbono orgánico del planeta.

Restaurar la naturaleza y curar las heridas causadas tras siglos de desarrollo ciego es una de las mayores prioridades para WWF, por lo que estamos trabajando para que todas las naciones inviertan a gran escala, pero también a nivel local. Cada hectárea y cada metro cuadrado de bosque, pradera, humedal o fondo marino que podamos restaurar son un acto de autodefensa y un motivo de esperanza que nos aleja de la catástrofe hacia la que avanzamos.

Porque la restauración de la naturaleza no es un gasto, sino la mejor inversión que una sociedad puede realizar y, por eso y gracias a tu apoyo, en WWF trabajamos en numerosos proyectos sobre el terreno en España y en todo el mundo, y luchamos para que, a pesar de la oposición de algunas fuerzas políticas y de determinados lobbies, se aprueben nuevas leyes como la Ley Europea de Restauración de la Naturaleza que fijen objetivos vinculantes y obliguen a los países a actuar.

Las preciosas iniciativas de restauración de la naturaleza que están surgiendo en todo el mundo son la esperanza para nuestro futuro y, sobre todo, para el de las generaciones que vienen detrás.

Contamos contigo, como siempre, para seguir restaurando la esperanza.