Caudales ecológicos

© Jorge Sierra / WWF España

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El Gobierno aprobó en enero la planificación hidrológica de las 12 cuencas de los ríos y, de todas ellas, la más sensible y polémica ha sido la del río Tajo. El nuevo plan fija un recorte en el trasvase de agua del Tajo al Segura al establecer unos nuevos caudales ecológicos mínimos en el río Tajo.

Cabe recordar que el proyecto del trasvase Tajo-Segura se gestó en los años setenta del siglo pasado bajo unos escenarios que han cambiado radicalmente como consecuencia del cambio climático. A día de hoy se han reducido en un 40 % los recursos hídricos disponibles en la cuenca del Alto Tajo, zona de donde parte el trasvase hacia la cuenca del Segura, debido a la reducción de precipitaciones y al incremento de la temperatura media.

Durante décadas se ha mantenido una altísima presión política para maximizar la cantidad de agua trasvasada y atender las demandas mayoritarias de un modelo de producción agrícola en regadío industrial. Mientras, las reservas de agua en los embalses de Entrepeñas y Buendía se dejaban en niveles mínimos, lo que ha comprometido el agua disponible para el resto de la cuenca del Tajo, hasta tal punto que no se pueden garantizar los caudales ecológicos mínimos que el propio río Tajo necesita para sobrevivir.

El Plan del Tajo ha sido consecuente con las sucesivas sentencias dictadas por el Tribunal Supremo desde 2019 sobre el anterior plan hidrológico. Frente a la iniciativa de la administración de cumplir con las sentencias, los beneficiarios del trasvase han puesto el grito en el cielo reiteradamente, siempre interesados en aumentar la cuantía del agua trasvasada a la cuenca receptora. La agricultura dependiente de los trasvases debe adaptarse al cumplimiento de la normativa sobre agua y a la progresiva reducción de aportaciones debida al cambio climático.

Recuperar la salud y el funcionamiento de estas masas de agua es clave para que los ecosistemas y especies dependientes del agua de la Red Natura 2000 alcancen el estado de conservación favorable que exige la Directiva Hábitats.

Por todo lo expuesto, no cabe otra opción que respetar las normas y obligaciones vigentes. Se debe garantizar la implantación de caudales ecológicos de acuerdo a su objetivo legal, con todos sus componentes básicos. Solo así permitiremos a los ríos mejorar su resiliencia frente al cambio climático y mantener su provisión de bienes y servicios para las generaciones actuales y futuras, así como su biodiversidad asociada.