Crisis climática y pérdida de biodiversidad

© Lynn M. Stone / naturepl.com

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DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

Vivimos ante una emergencia planetaria con una crisis climática y otra de pérdida de biodiversidad que se retroalimentan. Mientras el cambio climático amenaza seriamente la integridad de los ecosistemas, tanto terrestres como marinos, la degradación de la naturaleza exacerba las consecuencias de la crisis climática.

Así, el aumento de los incendios, los árboles que mueren por culpa de la sequía y las plagas de insectos, las turberas que se secan o el permafrost de la tundra que se deshiela están aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, transformando los grandes sumideros de carbono en nuevas fuentes de emisiones, agravando aún más la situación.

En nuestro último Informe Planeta Vivo 2022 analizamos las conexiones entre las dos grandes emergencias globales, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, dos caras de la misma moneda que amenazan el bienestar de las generaciones actuales y futuras. Ambas crisis ya están teniendo graves consecuencias: desplazamientos y muertes por fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, mayor inseguridad alimentaria, agotamiento de suelos, falta de acceso a agua dulce y aumento de enfermedades zoonóticas.

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Cebras junto a la planta de procesamiento de carbón más grande de Sudáfrica.
© Chris Linder / WWF-EEUU
Permafrost descongelado sobre la nieve en Alaska.
© Shutterstock / Piyaset / WWF
Niño frente al cauce de un río seco.

HEMOS PERDIDO DOS DE CADA TRES ANIMALES Y PLANTAS

Según nuestro Informe Planeta Vivo 2022, nuestro planeta ha perdido el 69% de las poblaciones, es decir, casi tres cuartas partes de la vida silvestre que hemos estudiado.

Una de las regiones más castigadas es Latinoamérica y Caribe, que ha perdido 9 de cada 10 animales, una auténtica catástrofe provocada por los cambios en el uso del suelo para producir alimentos que están devorando y convirtiendo en cenizas el mayor pulmón verde del planeta: la Amazonía.  El impacto también es especialmente preocupante en los ecosistemas de agua dulce, disminuyendo una media del 83%.

Los corales, un ecosistema vital para buena parte de la humanidad y hogar para la cuarta parte de las especies marinas, ha descendido a la mitad, algo menos que los tiburones y rayas oceánicas que sufren un drástico descenso de sus poblaciones.

Nuestro IPV 2022 demuestra que los sistemas naturales que sostienen la asombrosa diversidad de la vida que nos proporciona alimentos y oxígeno, regulación del agua y estabilidad climática, y de los que dependen nuestras sociedades, no pueden resistir esta presión por más tiempo.

Puesto que nuestro futuro depende por completo de la naturaleza y de la estabilidad climática, es fundamental que comprendamos muy bien las conexiones entre el deterioro de la naturaleza y el cambio climático, y sus repercusiones para las personas. De esta forma, podremos construir un futuro positivo, justo y sostenible para la humanidad y para nuestro planeta.

¿Por qué estamos perdiendo biodiversidad?

Cambios en los usos del suelo y del mar

El mayor causante de la pérdida de biodiversidad es la forma en que utilizamos la tierra y el mar. La manera en la que cultivamos alimentos y extraemos madera y minerales de los fondos marinos, así como la construcción de pueblos y ciudades. Todo ello tiene un impacto en el entorno y la biodiversidad que lo habita.

Explotación directa de los organismos

La sobreexplotación de plantas y animales es otra razón por la que estamos perdiendo biodiversidad. La sobrepesca está ocurriendo a una escala tan grande que casi un tercio de todas las poblaciones de peces mundiales monitorizadas están sobreexplotadas. De continuar así, sería catastrófico para los ecosistemas marinos, así como para los más de tres mil millones de personas en todo el mundo que dependen del pescado como fuente principal de proteínas.

Cambio Climático

El cambio climático está teniendo un impacto dramático en la naturaleza. Algunas especies se están extinguiendo, mientras que otras tienen que desplazarse debido a los cambios en la temperatura, los patrones climáticos y el nivel del mar. Además de ser un causante directo de la pérdida de biodiversidad, el cambio climático empeora al resto de causantes.

Contaminación

La contaminación ha llegado a todos los ecosistemas, incluso a los que se encuentran en las zonas más remotas. La contaminación se presenta de muchas formas, desde nitrógeno y amoníaco derivados de la agricultura intensiva, hasta microplásticos sumergidos en lo más profundo del océano. Los puntos críticos de esta contaminación son más frecuentes en Europa, lo que los convierte en una amenaza para los anfibios terrestres, los mamíferos y las aves.

Especies invasoras

Las especies invasoras son aquellas que llegan a lugares donde históricamente no habitaban y superan a la biodiversidad autóctona por recursos como la luz solar y el agua. Esto hace que las especies autóctonas se extingan, provocando un cambio en la composición del ecosistema natural.

EL VALOR REAL DE LA NATURALEZA

La naturaleza nos proporciona experiencias únicas, físicas y psicológicas, nos enseña, nos inspira y es el pilar de nuestras vidas. Todo lo que nos permite existir procede de la naturaleza. Nos vestimos y protegemos, respiramos, nos alimentamos y curamos gracias a ella, porque los alimentos, las medicinas, los tejidos, nuestros hogares… todo se obtiene de la naturaleza. No somos nadie sin ella y ella ha estado miles de millones de años sin nosotros; la naturaleza no nos necesita, pero nosotros a ella sí.

Sin embargo no solo ofrece bienes de consumo directo. La naturaleza y sus ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce, bosques, pastos, humedales, manglares, nos dan mucho más que los productos que consumimos. Regulan el clima, los riesgos naturales y fenómenos climáticos extremos, la cantidad y calidad de agua dulce y de aire, la polinización y propagación de semillas, las plagas y enfermedades, los suelos y hábitats. Además, nos aporta bienes culturales con valores estéticos, de recreo, espirituales y de salud física y mental.

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Reconocer el papel de la naturaleza y proteger, restaurar y gestionar de forma sostenible los ecosistemas es imprescindible para garantizar la seguridad de los recursos hídricos, para hacer que el aire sea más limpio o para proporcionar más seguridad alimentaria a toda la humanidad.

SOLUCIONES BASADAS EN LA NATURALEZA

Por todo ello, desde WWF apoyamos las denominadas Soluciones basadas en la Naturaleza, el poder de la propia naturaleza para restaurar las heridas que le hemos causado, para recuperar hábitats naturales, biodiversidad y bienestar humano y abordar así la crisis socioecológica que estamos viviendo. Proteger bosques y restaurar ecosistemas aumenta la biodiversidad y mitiga los efectos de ese cambio climático que está en boca de todos y al que no terminamos de afrontar con decisión.

Año tras año, las cumbres del clima son la constatación de que la acción climática que se está llevando a cabo no es suficiente. Las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) siguen aumentando y los gobiernos no están actuando en consecuencia, a pesar de que sí reconocen la urgencia de actuar y la insuficiencia de los compromisos planteados por los países para no superar el peligroso umbral de 1,5°C de aumento de temperatura global.

Los gobernantes están desoyendo las recomendaciones científicas de reducir colectivamente un 43% las emisiones globales para 2030 respecto a 2019. La evaluación conjunta de los compromisos actuales supondría tan solo una reducción del 3,6% de las emisiones globales, muy alejada del 43% que plantea el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).

COP 27: LA AMBICIÓN CLIMÁTICA NO AVANZA

A pesar de esta contundente cifra, las decisiones tomadas recientemente en la COP27, la cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se ha celebrado en Sharm El Sheikh (Egipto), no indican un cambio de rumbo hacia ese objetivo, sino más bien todo lo contrario.

Las negociaciones climáticas estuvieron a punto de romperse debido a la discusión sobre la limitación de la temperatura global a 1,5°C, la línea roja marcada por la ciencia. Aunque finalmente se adoptó este punto, las diferencias entre las Partes debilitó el proceso en el que tampoco se consiguió un acuerdo para la eliminación de los combustibles fósiles, cuya quema es la responsable del aumento de temperatura global, sino que contrariamente se abrió una puerta para seguir promoviendo su uso, con la introducción de “energías de bajas emisiones” en el texto de decisión final que quedó aprobado en el marco de la cumbre.

En el otro lado de la balanza está la creación de un fondo para paliar las pérdidas y daños de los países en vías de desarrollo que no han sido capaces de mitigar ni adaptarse al cambio climático, pero que ya sufren sus consecuencias. Un ejemplo de ello es Pakistán, donde las inundaciones del pasado verano acabaron con la vida de miles de personas. Aunque se trata de un primer logro de la denominada “justicia climática” (los que más contribuyen a las emisiones que provocan el cambio climático compensen a los que menos GEI emiten), es un pequeño primer paso, ya que este mecanismo debe crearse desde cero y todavía hay pendientes muchos detalles que tienen que ajustarse.

Asimismo, otro de los avances es el reconocimiento de las “soluciones basadas en la naturaleza”, nuestra aliada tanto para la mitigación como para la adaptación al cambio climático. Según datos del estudio Nuestra aliada secreta del clima que presentamos en el marco de la cumbre, la naturaleza ha absorbido el 54% de las emisiones de dióxido de carbono de la humanidad en la última década. No obstante, la acción de la naturaleza tiene que ir acompañada de una acción paralela.

TRANSICIÓN HACIA LA SOSTENIBILIDAD

Para ganar el pulso a la emergencia planetaria necesitamos urgentemente cambios transformadores y sistémicos que aceleren la transición hacia la sostenibilidad, y también necesitamos la implicación de todas las personas e instituciones para llegar a 2030 con más naturaleza que en 2020 y vivir en un planeta con cero emisiones en 2050.

Nuestro Informe Planeta Vivo 2022 nos muestra una radiografía de la salud de nuestro mundo natural, nuestro soporte vital básico, nuestro futuro. Hay motivos objetivos y contundentes para desanimarse, pero debemos ser optimistas.

Es nuestro derecho y de ello depende nuestra supervivencia.

El camino hacia una sociedad con una naturaleza en positivo y con cero emisiones está iniciado y claramente marcado. Todas las personas, empresas, gobiernos e instituciones tienen que reaccionar rápido y acelerar las acciones urgentes para garantizar el futuro que queremos, el único viable, un futuro con más naturaleza, más justo y equitativo, económicamente sostenible y globalmente responsable.

Necesitamos más bosques naturales, más peces en los mares y ríos, más polinizadores en nuestros cultivos, más biodiversidad en todo el planeta. Necesitamos, en definitiva, un futuro positivo para la naturaleza que aportará beneficios para el bienestar y la economía de la humanidad, para nuestra seguridad climática, alimentaria e hídrica. Porque nuestro futuro depende por completo de la biodiversidad y la estabilidad climática: ambas son las dos caras de la misma moneda.