Informe Planeta Vivo

Hacia una sociedad con la naturaleza en positivo.

© Zig Koch / WWF

Imagen de portada

Cada dos años actualizamos el estado de salud de la Tierra y el impacto humano sobre la misma. Los resultados se recogen en nuestro Informe Planeta Vivo, que en la edición de 2022 vuelve a poner en evidencia la pérdida de biodiversidad, pero también propone soluciones para avanzar hacia una sociedad con la naturaleza en positivo.

Desde hace tiempo vivimos en la incertidumbre. Por muchos motivos, uno de ellos es que estamos inmersos en medio de dos crisis, una climática y otra de biodiversidad. Ya estamos sintiendo sus repercusiones: desplazamientos y muertes provocadas por los fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, aumento de la inseguridad alimentaria, agotamiento de los suelos, falta de acceso a agua dulce o incremento de la expansión de enfermedades zoonóticas, solo por citar algunas. Dichas repercusiones afectan a todas las personas, pero, muy especialmente y de manera desproporcionada, a las más empobrecidas y vulnerables.

UN TRIPLE DESAFÍO PARA UNA SOCIEDAD CON LA NATURALEZA EN POSITIVO

Para solucionar ambas crisis tenemos que tener en cuenta que nos enfrentamos a dos problemas interconectados, dos caras de la misma moneda. Y por ello nos enfrentamos a un triple desafío. Debemos intensificar urgentemente las medidas de mitigación para evitar el peligroso aumento de la temperatura global en más de 1,5°C y para ayudar a las personas a adaptarse al cambio climático que ya están viviendo. Debemos restaurar la naturaleza y los servicios ambientales que nos proporciona, tanto el suministro “tangible” de aire limpio, agua dulce, alimentos, combustibles y fibras, como las incontables formas intangibles en las que la naturaleza contribuye a nuestras vidas y bienestar. Por último, debemos aplicar un enfoque que incluya al conjunto de la sociedad y que empodere a cada persona para actuar, que reconozca la pluralidad de valores y conocimientos que nos pueden encauzar hacia un futuro más sostenible y que garantice que los costes y beneficios de nuestras acciones son justos para la sociedad y se compartan equitativamente.

El reconocimiento histórico por parte de la Asamblea General de la ONU del derecho a un medio ambiente saludable, realizado en julio, afianza nuestro punto de vista de que el colapso climático, la pérdida de naturaleza, la contaminación y la pandemia son, en realidad, crisis de derechos humanos. Y, tal como indican los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, solo podremos lograr un futuro justo, próspero y respetuoso con el medio ambiente si hallamos soluciones integrales a los desafíos humanitarios y ambientales a los que nos enfrentamos. Reconociendo los vínculos entre estas crisis interrelacionadas, tendremos más oportunidades de lograr remediarlas.

Imagen de fondo destacado

NUESTRA SOCIEDAD SE ENCUENTRA EN LA MAYOR ENCRUCIJADA DE SU HISTORIA Y SE ENFRENTA AL DESAFÍO DE HACER UN CAMBIO PROFUNDO DE SISTEMA EN TORNO A LO QUE CONSTITUYE, QUIZÁS, NUESTRA RELACIÓN MÁS EXISTENCIAL: NUESTRA RELACIÓN CON LA NATURALEZA.

Marco Lambertini, Director General de WWF International.

EL NUEVO MARCO GLOBAL PARA LA BIODIVERSIDAD

En diciembre de 2022 tendrá lugar una reunión de las Naciones Unidas en Montreal para acordar un nuevo Marco Global para la Biodiversidad. Esta será nuestra última oportunidad. Cuando acabe esta década sabremos si ese plan era suficiente o no, si la lucha por las personas y la naturaleza se gana o se pierde, pero los indicios no son buenos. Hasta ahora, los debates están atascados en una forma de pensar del mundo como era antes y en posturas inamovibles. Necesitamos un plan que sea justo y que tenga en cuenta a todas las personas, para que todo el mundo pueda tener un papel en su ejecución. Necesitamos un enfoque basado en los derechos humanos, que entre otras cosas asegure los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales sobre sus tierras, sus masas de agua dulce y sus mares. Es preciso que se reconozca que la protección y restauración de la naturaleza solo se logrará si se abordan los desencadenantes de la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas (entre otros, el sistema alimentario mundial), problemas provocados principalmente por quienes viven en otros lugares. Y, por encima de todo, tenemos que conseguir resultados duraderos a mayor escala y con mayor urgencia de la que hemos tenido jamás. Es ahora o nunca.

Imagen de fondo destacado

Reina de abejorro de jardín posada en una ortiga blanca.

Los abejorros son polinizadores de suma importancia tanto para las plantas silvestres como para muchos cultivos. En un estudio realizado a 66 especies de abejorros de América del Norte y Europa se observó la disminución de 171 poblaciones de la mayoría de las especies en la mayor parte de las ubicaciones. Probablemente se debe a los daños ocasionados por plaguicidas y herbicidas, que superan cualquier efecto positivo para estas especies que pudiera tener el cambio climático.

LOS DATOS DEL INFORME PLANETA VIVO

El Informe Planeta Vivo de 2022, realizado de manera conjunta con la Sociedad Zoológica de Londres, recoge datos de 1970 a 2018. Es el análisis más completo realizado hasta el momento del estado de la naturaleza, con aportaciones de muchas voces y perspectivas distintas. Las conclusiones son contundentes: la abundancia poblacional de especies de vertebrados ha disminuido, como media, un 69%. El seguimiento de la evolución de las poblaciones se ha realizado en casi 32.000 poblaciones de 5.230 especies de peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos de todo el planeta.

Por regiones, Latinoamérica registra el mayor descenso de poblaciones (94%) y por biomas, los ecosistemas de agua dulce (83%); por especies, el de los peces migratorios (76%) y el de tiburones y rayas (71%) son los que registran el mayor declive.

Las seis principales amenazas son la agricultura, la caza y sobreexplotación de especies, la deforestación, la contaminación, las especies invasoras y el cambio climático. Los cambios en el uso de la tierra es la mayor amenaza para la naturaleza.

La huella ecológica es la medida del impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza, y está representada por la superficie necesaria para producir los recursos y absorber los impactos de dicha actividad.

Esta superficie suma la tierra productiva, o biocapacidad, necesaria para los cultivos, el pastoreo y el suelo urbanizado, zonas pesqueras y el área de bosque requerida para absorber las emisiones de CO2 de carbono que los océanos no pueden absorber. Tanto la biocapacidad como la huella ecológica se expresan en una misma unidad: hectáreas globales. Pues la huella ecológica se ha multiplicado por tres entre 1961 (7.000 M hags) y 2022 (21.000 M hags) y la biocapacidad ha disminuido a la mitad.

Imagen de fondo destacado

Raya pintada nadando junto al lecho marino cerca de la Isla Darwin, Islas Galápagos, Ecuador.

La abundancia mundial de tiburones y rayas oceánicas ha disminuido un 71% en los últimos cincuenta años, fundamentalmente porque la presión pesquera se ha multiplicado por 18 desde 1970.

En la actualidad vivimos como si tuviéramos 1,8 planetas a nuestra disposición, como si el planeta no fuera finito.

Puedes ver la presentación del Informe Planeta Vivo 2022 y la interesante mesa redonda que hicimos el pasado 13 de octubre en la Fundación Giner de los Ríos de Madrid.