No es mala suerte, es cambio climático

© Hendra A Setyawan / Kompas

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Lluvias torrenciales, olas de calor, incendios... los últimos meses parecen fruto de la peor mala suerte. Pero sabemos que es cambio climático. Teníamos una oportunidad para tomar medidas urgentes, pero la Cumbre del Clima de Glasgow no ha estado a la altura de la emergencia climática.

Mar Asunción, Responsable de Clima y Energía de WWF, hace una valoración sobre la Cumbre de Glasgow

 

 

 

 

LA CUMBRE DEL CLIMA NO RESPONDE A LA EMERGENCIA CLIMÁTICA

Nuestra delegación de WWF ha estado en la Cumbre del Clima (COP26), celebrada en la ciudad escocesa de Glasgow en noviembre, para pedir más ambición a los gobiernos a la hora de acordar la “hoja de ruta” que permita cumplir el Acuerdo de París. La Cumbre ha sido decepcionante, pero aún estamos a tiempo de no sobrepasar los 1,5°C, el límite para evitar las peores consecuencias del cambio climático.

Según la ciencia, si seguimos con el ritmo actual, la temperatura global se incrementará 2,7°C.

Hemos estado presentes en esta reunión mundial de la ONU para que se aumentaran los compromisos de reducción de emisiones de los países y evitar una subida de la temperatura mundial global por encima de 1,5°C, porque tendría consecuencias irreversibles para la humanidad. Si superamos este incremento de la temperatura, las catástrofes climáticas serán impredecibles y dramáticas.

La Cumbre del Clima ha sido decepcionante, y eso que ya vamos tarde para reducir las emisiones y así evitar un cambio climático catastrófico.

Por desgracia, ya estamos muy cerca de este grado y medio. Recordemos que el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) alertaba de que la temperatura de la Tierra ya había aumentado 1,1°C respecto a las temperaturas preindustriales y la tendencia indica que seguirá subiendo.

No nos tenemos que ir muy lejos para ver lo que nos espera. Estamos siendo testigos de ejemplos muy alarmantes: inundaciones históricas en China, India, Europa y Filipinas; récord de olas de calor devastadoras en Medio Oriente, Canadá y el Mediterráneo; incendios forestales sin precedentes en América del Norte, Grecia y Turquía; y hambruna como consecuencia de la sequía en Madagascar. En España no nos quedamos al margen de estos fenómenos extremos, con las consecuencias de la ola de frío que dejó Filomena a principios de 2021, y también los graves incendios forestales de este verano agravados por el cambio climático y las históricas inundaciones en muchas regiones de nuestro país.

¿MALA SUERTE? NO, PURA CIENCIA

Esta sucesión de fenómenos extremos no tiene más que una explicación: la crisis climática como consecuencia del aumento de la temperatura global del planeta. No se trata de fenómenos aislados, fruto del azar. La ciencia lleva más de tres décadas alertando de que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero que estamos vertiendo a la atmósfera como resultado de la quema de combustibles fósiles, un sistema agroalimentario insostenible y la degradación de los bosques están desestabilizando el clima.

Como consecuencia, aumenta la intensidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos como estas olas de calor y sequías prolongadas, pero también olas de frío y borrascas inusuales. Ahora las estamos viviendo en nuestras ciudades, en nuestras calles y en nuestros hogares. Vivimos ya una auténtica “emergencia climática”.

Por eso hemos puesto en marcha la campaña No es mala suerte, es cambio climático para pedir a gobiernos y empresas que actúen de manera urgente para que la situación no empeore aún más.

Tormentas de nieve, inundaciones, olas de calor... no son fruto de la mala suerte.

Son consecuencia del cambio climático.

YA ESTAMOS SUFRIENDO LOS IMPACTOS, POR ESO LA ACCIÓN TIENE QUE SER URGENTE

Creemos en la importancia de estas reuniones de la ONU sobre cambio climático para avanzar y consensuar soluciones, por eso acudimos a la COP26 de Glasgow con unas líneas rojas para que los gobiernos actúen de manera urgente por el clima. En primer lugar, hemos pedido la aceleración de la descarbonización y que la transición energética deje atrás los combustibles fósiles cuanto antes ya que, además de sus elevados precios, contribuyen al incremento del cambio climático.

También es imprescindible para nosotros actuar con soluciones basadas en la naturaleza, ya que proteger y restaurar los ecosistemas es clave porque absorben carbono y contribuyen a la adaptación al cambio climático.

Precisamente, la adaptación al cambio climático también ha sido uno de nuestros pilares en Glasgow y por eso nuestra petición de que se destinase el 50% de la financiación climática a la misma. Además, solicitamos que se cumpla la promesa de financiación de 100.000 millones de dólares anuales a los países más vulnerables para que puedan desarrollarse sin contribuir a aumentar las emisiones globales y puedan adaptarse a los impactos que ya están sufriendo de manera más acusada, lo que exacerba la injusticia porque los países menos desarrollados son precisamente los que menos han contribuido al cambio climático.

Además, nuestra gran demanda en la COP26 ha sido que se escuche a la ciencia y que se aumente la ambición de los objetivos a 2030, y se revisen los planes de reducción de emisiones para 2030, ya que los actuales nos situarían en un aumento de 2,7 °C. Las acciones que hagamos en esta década son fundamentales.

TORMENTA DE NIEVE

En enero de este 2021, Filomena, la mayor tormenta de nieve en España desde 1971, descargó más de medio metro de nieve, paralizando Madrid y dejando aisladas a muchas localidades.

DANAS

Después llegaron las DANAS provocando inundaciones catastróficas, como las ocurridas en septiembre en Toledo, Navarra el Bajo Ebro o Huelva.

INCENDIOS DE SEXTA GENERACIÓN

El verano no dio tregua y sufrimos incendios brutales como el de Sierra Bermeja, un fuego de sexta generación, imposible de controlar con los medios de extinción habituales, que calcinó miles de hectáreas de bosques y matorrales, destruyó casas y se cobró la vida de un bombero forestal.

EN EL RESTO DEL MUNDO

Fuera de nuestro país se sucedieron más catástrofes climáticas:  inundaciones históricas en China, gente acorralada por torrentes de agua en el metro de Nueva York, olas de calor en Canadá y Oriente Medio así como las aterradoras tormentas de fuego que arrasaron Turquía o que llegaron a las pies del Acrópolis en Grecia. 

DECEPCIONANTE, PERO SE MANTIENE VIVO EL OBJETIVO DE 1,5°C

Desde WWF hemos analizado el texto final de la Cumbre de Glasgow y, aunque no está a la altura de la magnitud y la urgencia de la emergencia climática, recoge algunos aspectos que consideramos que pueden servir como cimientos para seguir construyendo. En primer lugar incluye la necesidad de que la temperatura global se mantenga por debajo de 1,5°C y reconoce que los planes climáticos presentados por los países para 2030 son insuficientes y nos llevarían a un aumento de las emisiones contaminantes. De hecho, con los planes actuales, las emisiones aumentarían un 13,7%, en lugar de disminuir para 2030 un 45% con respecto a 2010 como recomienda la ciencia, por lo que sería imposible no superar dicho umbral de temperatura. Para evitarlo, el Pacto Climático de Glasgow exige a los países más ambición en sus planes climáticos durante el próximo año, antes de la COP27 de Egipto.

Hay que destacar que el texto incluye el papel fundamental de la naturaleza y los ecosistemas en el logro de la meta de 1,5°C, y anima a los gobiernos a incorporar la naturaleza en sus planes climáticos mejorados. Sin embargo, no menciona las soluciones basadas en la naturaleza, una de nuestras peticiones y que llevaremos a la COP27.

Además, por primera vez en la historia, este texto aprobado por cerca de 200 países menciona la necesidad de eliminar el carbón y los subsidios a los combustibles fósiles. No obstante, este hecho histórico finalmente se vio empañado por la insistencia de India para rebajar la ambición en el último momento y, por desgracia, este país consiguió sustituir in extremis la palabra “eliminar” (el carbón) por “disminuir”, lo que rebaja notablemente la ambición del texto final.

Por su parte, también valoramos positivamente que el Pacto Climático de Glasgow haya reconocido la necesidad de incrementar las inversiones en energía limpia y la necesidad de una transición justa. Esto es clave para lograr la tan ansiada descarbonización de nuestra economía.

El tema económico volvió a ser uno de los principales escollos de la Cumbre del Clima, porque los países desarrollados no han cumplido su promesa de transferir 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 a los países en desarrollo para que puedan adaptarse a los impactos del cambio climático y crecer sin contribuir más a esta amenaza global. Desde la COP26 se ha vuelto a insistir en la urgencia de terminar de dotar este fondo para lograr la justicia climática con los países más vulnerables y que menos recursos tienen para afrontar las consecuencias del cambio climático.

En resumen, podríamos concluir diciendo que la respuesta de los gobiernos de todo el mundo ante la emergencia climática y el llamamiento de toda la sociedad para que se actúe de forma urgente y solidaria con los países más vulnerables no se ha visto reflejada en el “Pacto climático de Glasgow”.

Ha habido tímidos avances, pero necesitamos aumentar muchísimo la velocidad en el camino hacia la descarbonización si queremos mantener vivo el objetivo de 1,5°C.

Imagen de fondo destacado

El Pacto de Glasgow insta a los gobiernos a incorporar la naturaleza en sus planes climáticos.

IMPACTO DE LOS INCENDIOS SOBRE EL CLIMA

Este verano hemos vivido incendios terribles en la península y nos hemos preguntado ¿cómo afectan al clima?

Nos contesta Lourdes Hernández, técnica especialista en incendios forestales.

Los incendios tienen repercusiones sobre el clima a distintas escalas: en primer lugar, con la liberación directa de dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global. En la actualidad, las emisiones brutas de carbono debidas a los incendios forestales equivalen al 25% de las emisiones globales anuales de los combustibles fósiles. Las emisiones debidas a los incendios en 2019 supusieron un repunte a nivel global y en total se liberaron 7.800 millones de toneladas de CO2, el equivalente a unas 25 veces las emisiones totales de España en un año.

Otra consecuencia es que el carbón negro, u hollín, se deposita en el hielo del Ártico y evita que se refleje el calor del sol. En el Ártico el derretimiento del permafrost emite millones de toneladas de metano, un gas de efecto invernadero 25 veces más potente que el CO2. La última consecuencia sería la destrucción de los bosques y de su potencial de absorción de dióxido de carbono. Algunos estudios aseguran que, de continuar la actual tendencia de deforestación, para el año 2050 la Amazonía podría dejar de actuar como sumidero de carbono para convertirse en uno de los mayores emisores.

Puedes leer el texto completo aquí.