Un antes y un después para Doñana

© Jorge Sierra / WWF España

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Doñana está seriamente amenazada.

El cambio climático augura una disminución de precipitaciones y mayor inestabilidad de su distribución. Las escasas lluvias de los últimos años han mostrado cómo podrían quedar las marismas. A esto hay que añadir una reducción en los aportes de recursos hídricos debido a la disminución de las descargas naturales del acuífero Almonte-Marismas, del río que alimentaba Doñana, el Guadiamar, y de los arroyos que vierten en la marisma (El Partido, la Rocina o Cañada Mayor) por la extracción de aguas subterráneas para riego en el entorno del Espacio Natural.

Desde WWF estamos trabajando para revertir esta situación, que conducirá a la desaparición de Doñana. Una de nuestras iniciativas fue acudir a las instituciones europeas y en 2010 impulsamos una queja ante la Comisión, donde denunciamos la extracción abusiva e insostenible de agua para la producción de fresas y otros frutos rojos que han provocado un enorme daño a la naturaleza.

Este procedimiento culminó el 24 de junio con una sentencia del Tribunal de Justicia europeo que condena al Estado español por incumplir las leyes europeas (Directivas Marco de Agua y Hábitats), provocar un grave daño a la biodiversidad, permitir la sobreexplotación del agua y el continuo deterioro de sus valores naturales.

Esta sentencia puede significar un antes y un después. Estamos ante un pronunciamiento del máximo organismo judicial de la Unión Europea que nos exige revertir los daños al espacio natural y resolver los problemas que genera la sobreexplotación del acuífero. Y debemos hacerlo ya o nos podemos enfrentar a las consecuencias de incumplir los mandatos del Tribunal, como importantes sanciones económicas, además de reconocer ante toda Europa que somos incapaces de cuidar una de las joyas de la naturaleza mundial. Es decir, estaríamos reconociendo que no podemos parar el robo del agua, la ocupación del monte público, la transformación de marismas en cultivos de regadíos, la desaparición de las lagunas del Parque y que vamos a dejar que las marismas dependan de una lluvia cada vez más irregular porque somos incapaces de devolver las aguas del Guadiamar a Doñana.

Ha llegado la hora para las administraciones española y andaluza. Si quieren que Doñana tenga futuro deben dejar de mirar hacia otro lado y cerrar de forma inmediata las fincas y pozos ilegales; frenar los planes para transformar en cultivos de regadío toda la marisma sevillana al norte del Parque Nacional; han de poner en marcha actuaciones para la recuperación de las lagunas peridunares del Parque Nacional, y deben iniciar un nuevo proyecto de restauración ecológica de la marisma que asegure que el Guadiamar vuelve a ser el río de Doñana.