¿Por qué ha subido tanto el precio de la electricidad?

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El año 2021 ha estado marcado por precios de la electricidad inusualmente altos, aunque se ha exacerbado durante los meses de verano. Esta situación es generalizada en el contexto de la Unión Europea, no solo afecta a España.

Han contribuido muchas variables. La primera es el incremento del precio de los combustibles fósiles: el gas natural, por ejemplo, ha registrado un aumento de hasta un 500% respecto al año anterior. Y esto se agrava por la alta dependencia energética con el exterior. De hecho, el 99% del gas natural que consumimos en España es importado y más de la mitad proviene de un solo país, Argelia. Además, el sector eléctrico nacional está concentrado en un pequeño número de entidades que proveen la mayor parte de la demanda nacional. Esta centralización genera el riesgo de operar bajo una competencia imperfecta que conduce a precios más altos para los consumidores y a que las grandes compañías eléctricas se aprovechen de la coyuntura para especular con bienes públicos de alto valor ambiental y social, como el agua, con el único objetivo de sacar el mayor rendimiento económico de esta situación.

Las propias fuerzas del mercado también han jugado su papel, pues la demanda mundial por el gas natural ha crecido rápidamente tras la crisis sanitaria de la Covid-19 y por la rápida sustitución del carbón. El mercado eléctrico mayorista es un mercado marginalista, en el que el precio se determina diariamente por la casación entre la oferta y la demanda nacional. El punto en el que se cruzan las dos curvas determina el precio diario de la electricidad. Por su naturaleza y las características del mercado, la energía nuclear y las energías renovables son las primeras en entrar, con un precio muy reducido. Cuando estas tecnologías no cubren la demanda esperada, entran en juego el gas natural o la hidroeléctrica. Ya hemos dicho que el gas natural entra al mercado con un precio muy elevado. Las hidroeléctricas, que tienen costes de producción muy reducidos y flexibilidad para producir a demanda, aprovechan las circunstancias para ofertar su electricidad al precio del gas natural y maximizar así sus beneficios. Y ese es el precio que se paga a todas las tecnologías que entraron en el mercado, independientemente de si las renovables ofertaron a un precio mucho más bajo.

Para salir de esta situación debemos abandonar los combustibles fósiles y alcanzar un sistema eléctrico 100% renovable de precios bajos, estables y predecibles no más tarde de 2030. Es necesario acelerar la transición energética respetando la biodiversidad y a las personas. Para ello se deben priorizar la eficiencia energética, el autoconsumo y las comunidades energéticas locales. Este es el único escenario capaz de frenar el incremento de las temperaturas y el incremento del precio de la electricidad.