El incendio más complicado

© Mahmut Serdar Alakus / Anadolu Agency

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Primero vimos con horror cómo ardían Turquía, Grecia y el sur de Italia, pero poco después el fuego llegó con fuerza a la península. Primero fue en la sierra de Ávila, en el que ya se ha convertido en el tercer Gran Incendio Forestal en extensión de este siglo, con más de 20.000 hectáreas arrasadas. Semanas después ardió Sierra Bermeja, Málaga, donde tenemos que lamentar el fallecimiento de un bombero forestal mientras estaba trabajando, varios heridos, 3.000 personas desalojadas y casi 9.000 hectáreas afectadas. Por no hablar de la pérdida tremenda de animales y vegetación. Sin duda, ha sido el incendio más complejo de España en los últimos años, tal y como señaló el propio director de extinción, y solo pudo ser controlado cuando empezó a llover.

Estos incendios están vinculados al cambio climático, pero hay factores que los transforman en problemas de emergencia social: éxodo rural, escasa gestión forestal, abandono de usos tradicionales, construcciones en el monte sin medidas de autoprotección y nefastas políticas forestales y de desarrollo rural que ni fijan población ni crean empleo. Problemas que, junto a la alta siniestralidad y la altísima intencionalidad, provocan un cóctel explosivo. 

Por eso no nos cansamos de repetir que necesitamos una política de prevención ambiciosa que apueste por la gestión del territorio, que persiga un paisaje más adaptado al fuego y al cambio climático y que fomente la reactivación económica del mundo rural. Y, por supuesto, necesitamos condiciones adecuadas y estabilidad laboral para quienes se juegan la vida cuando ya han estallado los incendios.

Ya que los incendios se están volviendo incontrolables, lo mejor que podemos hacer es prevenir los de alta intensidad y minimizar sus daños.

© Benjamín, socio de WWF España
Cuando un bosque arde, se quema la vida y se destruye el futuro. Tríptico de técnica mixta y collage con madera de tejo quemada.